sábado, 24 de octubre de 2009


Anemone



"Me has dicho que en el amor, solo cuenta lo carnal. Nena, si un hombre te confesara que de ti no desea más que tu carne, saldrías corriendo. Sólo entonces, tal vez, comprenderías cúan atroz es la sensación de soledad"
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Mis piernas temblaban, sus ligeros estremecientos se expandían a través de mi cuerpo, asemejando a las ondas creadas por silenciosas hojas al caer en un lago. Un perro, sacado de su tranquilidad, alzó las orejas al escuchar mis pies arrastrándose por el pavimento, su dueño, mientras tanto, no me dedicó más que una mirada de soslayo, de esas que se regalan a los maniquiés en las tiendas o a los estantes de comida en el super. El hombre, que no parecía sobrepasar los veinte años, me retuvo unos segundos en su mundo personal para después tirarme al olvido con un gesto rápido de cabeza. La mascota también me miró, sus ojos color miel se cruzaron con los miós. "Así es la vida" parecían murmurarme con una voz meláncolica. "¿Quien sostiene tu correa?".

Avancé hasta llegar a una plaza comercial, la mayoría de sus puestos se encontraban cerrados, ajenos a mi percepción, algunos morían detrás de telerañas abandonadas por sus creadoras, cediendo poco a poco al paso del tiempo. Por otro lado, en completo contraste, otros establecimientos brillaban gracias a las luces flourecentes, no pude distinguir si había personas dentro, sin embargo, detecté movimiento, el siseo característico de una falda al ser rozada con un par de medias, el olor a caramelo quemado y las voces que, entre risas, murmuraban mensajes secretos que yo jamás podría sostener entre mis dedos. Intenté acercarme, siguiendo los susurros, recorrí una especie de laberinto que poco a poco se deterioraba de manera sorprendente, las paredes se partían, como leche cuajada dejada atrás por un niño que ya ha muerto. Las plantas, antes verdes, ahora parecían respirar con dificultad, el viento más que una caricia, asemejaba a un arañazo que las rompía despacio, tal como un amante desvestiría a su amada dormida. La oscuridad se deslizaba por entre los muros, cubriendo las antes alegres pinturas infantiles, corroyéndolas hasta sólo dejar como vigilante el fantasma de lo que fueron.

El aire pesaba, por un momento sentí que unas manos salidas de la nada, cubiertas de pústulas, cuyo único adorno lo conformaran sus largas y sucias uñas, se clavaran a mis hombros intentando detenerme, manifestando un mensaje, gritándome que me volteara para observar a mi yo corrompido, sin esperanza, sumamente viejo, inevitablemente humano y perecedero. Antes de darme cuenta, las voces habían callado, quizás, tímidas ante mi presencia, huyeron como aves al ser descubiertas. Pero algo me decía que seguían ahí, agazapadas en las esquinas, con los colmillos al acecho y una sonrisa rojiza en sus rostros.

Al final de un pasillo, doblando a la derecha, había una especie de local relacionado con la venta de objetos para fiestas. Su nombre se había borrado casí por completo, la luz, como imán, atraía a un sin fin de polillas que afanosamente trataban de quitarse la vida a golpes contra ella. Una anciana de ropas amarillentas se encontraba sentada en el centro del lugar, mirando fijamente un punto al que mi vista no podía acceder, su boca continuamente se movía, en una especie de tic...una oración que sólo era entendible para sus oídos, dejando a los míos añorando una canción desconocida. Otra mujer, mucho más joven, salió por entre las bolsas de frituras que parecían haberse convertido en piedras de formas distintas. Portaba una especie de alambre largo con un gancho al final de esté, lo manejaba como si sus manos conocieran por completo su peso, textura y función. Los temblores, que me habían abandonado momentos antes, regresaron con fuerza, transformándome en un único nervio, expuesto al entorno, indefenso. Sin prestarme atención, se acercó pesadamente al sitio donde colgaban varias piñatas redondas de colores, cuyas puntas señalaban sitios distintos, a mi mente acudió la sensación de que se parecían a manos deformes, acusando cada una a su verdugo, casi se podía afirmar que pedían sentencia, la mujer del alambre, mientras tanto, pareció escuchar a cada una de ellas.

A manera de ritual comenzó a retirarlas lentamente del aparador, casi al mismo tiempo tuve la certeza de que esos objetos representaban partes de mi alma. La muerte, disfrazada de mujer, se dedicaba a despedazarme desde dentro. Sabía...Sabía que si las piñatas desaparecían de su sitio yo no volvería ser la que era antes. La vieja sonreía sin detener sus plegarias, ¿lo sabía ella también?, ¿había sido como yo alguna vez?. Las piñatas una a una eran escondidas mientras agujeros se gestaban dentro de mí, anhelos que nunca percibí ahora vibraban unos con otros, intentando tocarse pero sin alcanzarse. Al ser retirada la antepenúltima dejé de sentir la calidez de mis manos aferradas a mis piernas, la penúltima detuvo los latidos de mi corazón, sin siquiera permitirme llorar. Cuando el estante se quedó vacío un miedo enorme estalló para apagarse inmediatamente después, como si jamás hubiera existido.

A pesar de eso, no bajé la mirada, por más que lo deseaba...
Me esforzé por no hacerlo....

Me horrorizaba que ya no hubiera nada que mirar...





Mensaje


-El hospital de la transfiguración

- "¿No hay medio alguno de permanecer aquí en la habitación y al mismo tiempo estar en el pasillo cerrando la puerta?"


¿Es muy solitario donde estás? ¿Es ahí? ¿Papá?
¿Sabe la oscuridad tu nombre? ¿Lo sabe mamá? ¿Que parece? ¿Puedes sentir algo?
Ella una vez dijo entre risas que su sangre al verte se volvía cenizas.
Tú no le respondiste.

Papá....¿Sabes acaso lo que me has hecho esta vez?
Mis ojos arden, no puedo olvidarlo...
La luna susurrante que me conduce. Y, profundo en mí...Tu ilusión...
Lo que tu ves en mí...
Es....
Es....

¿Tuviste aquél sueño otra vez?
Relajate..Respira....
¿Recibes lo que dijiste?...¿Lo que ella dijo?
....Ya no importa.

Un vacío, cuencas sin vida, tu cara se desdibuja.
"He perdido lo que había encontrado" -murmuras entre ensoñaciones
Quizás ahi..
En el borde es donde esta tu esperanza..Esperandote
pero tu no miras abajo
¿Por que?

Pienso sólo en una cosa cuando llueve...
¿lo estarás pensando también?
¿Papá?





viernes, 23 de octubre de 2009


Relámpago


-El marino que perdió la gracia del mar
-¿Prefieres dar o recibir? (Sadismo, Masoquismo)



Cuando crees que el límite del dolor ha sido superado.
Que las palabras hirientes han dejado de serlo, convirtiéndose en un juego de niños.
Confiando en que las mentiras ya no se encajan, que las miradas lascivas resbalan como cera derretida.


Entonces, de la nada, algo te golpea...
comienzas a sangrar...
y sangrar...
y sangrar....
a veces por algo tan nimio como una cortada con papel.
un rasguño de una rama
o por tus propios dientes al morderte los labios.




miércoles, 14 de octubre de 2009


Shinjite...


I love you so much.....
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Si de repente despertaras siendo jalado por una mano diminuta... ¿Que harías?
¿Te asustarías?
¿Podrías levantar la vista y observarte a ti mismo unas cuantas decadas más joven?

"¿Has cumplido nuestros sueños?"
"¿Somos felices?"
Serían la primeras preguntas que tímidamente te preguntaría esa versión enana de ti.
Una sonrisa tan blanca....
Una piel más sensible....
Una esperanza inmadura expresada en sus pupilas...
¿Qué es lo que le contestarías?
¿Te limitarías a abrazarle mientras algo parecido a las lagrimas resbalan por tus mejillas?

Si poco a poco, esa figura infantil fuera desapareciendo...
¿Que le dirías?
¿Que te dirías?
¿Intentarías retenerle?
¿Sonreírle?
O quizás, terminarías corriendo fuera de tu hogar....
en busca de las ilusiones que has dejado marchar...
Persiguiendo la llave de la jaula que tu mismo has forjado.

Podrías creer incluso que sólo fue una mala pasada del estrés...
Pero, entonces,
¿quién ha dibujado en las paredes de tu habitación con esos colores tan brillantes?
¿Quién te ha dejado esa nota encima de la cama?

"Algún día salgamos a jugar juntos"

¿Quien.....?






lunes, 12 de octubre de 2009


Pensamientos dispersos


Frase: Hablar en pasado por mi esfuerzo presente es como decir que bailé horrible aunque siga moviendome en la pista.
Leyendo: Terror 2 - Stephen King y otros


Quiero golpear la pared, para que realmente me haga pedazos de una buena vez.
Hay algo, algo escondido entre tus fotos...una especie de hedor que traspasa la imagen.

Mientras viajo, mientras corro, mientras mis pulmones se gastan..la verdadera amargura me masturba para que el orgasmo traiga consigo un sentimiento de asco asociado con la melancolía de la distancia que cada vez se hace más grande y cada vez me importa menos.

Mientras miro el reloj, absurdamente pienso en que el lugar a donde pertenezco aún esta lejos. No sé si es un callejón, una casa, un pasillo, un rincón o el armario de mi habitación. Pero sé que cuando llegue a él por fin podré cortarme las venas y vivir para siempre entre sus paredes.

El cambio es inevitable, el dolor que implica transmutar de piel se mezcla con mis lágrimas haciendolas arder de lleno en mi rostro. Lo peor, lo peor de todo es que hablas como si el futuro nos perteneciera, cuando todos vamos a morir antes de que el entorno siquiera parpadee.

Ya me cansé de hablar de esperanza.
Estoy harta de sonreir.
Quiero ser yo de nuevo...
Un yo negativo, oscuro, lleno de una energía por seguir viva que no cabe en mis piernas.
Un ser suicida....demente....
Que no cree en nadie y que nadie cree en él.

De esa manera ya no podrás decepcionarme, tus absurdas palabras se derretirán junto con el invierno...

De esa manera podré volver a levantarme...

Completamente sucia, dispuesta a ser abrazada por aquel lo suficentemente disupesto a que se manchen un poco sus ropas.

Los sueños...
Tocaré mis sueños, dejaré una marca en su garganta.
No puedo detener a la soledad...y la soledad no puede detenerme




martes, 6 de octubre de 2009


El despertar de los inquietos



Mi mente es mi prisión.....

.....No me dejará ir.

El acorde la guitarra desgarra el silencio e invade mis tímpanos como si de un grito se tratase, casi al mismo tiempo un gato a la distancia comienza a maullar para dar a conocer su ubicación, a la espera de que algún animal, al igual que él, añore echar un polvo antes de que amanezca y el encanto se evapore. Por unos momentos me imagino que el felino se encuentra a mi lado mirandome fijamente mientras por entre sus dientes asoma de vez en cuando una lengua rosada y regordeta repleta de saliva. Con movimientos sutiles levanta las patas traseras descubriendo su parte posterior, ofreciéndomela al compás de sus maullidos, los cuales aumentan de intensidad conforme me acerco a ella. No llego a rozarla, desaparece antes de que mis manos siquiera le alcanzen.

-El papel de tonto es vuestro -Me murmura la pared de la derecha con esa voz pegajosa que le caracteriza

-¿El papel? De una vez el jodido rollo -Contesta el muro de la izquierda haciendo que la habitación entera rompa en carcajadas.

-No les escuches, tu puedes coger a quien quieras, sea imaginario, real o en este caso un animal inventado -Interviene una tercera voz proveniente del suelo, cuyo comentario provoca el efecto contrario al que deseaba.

No presto mucha atención, me dedico a apretar los puños con todas las fuerzas posibles, hasta que mis uñas terminan encajandose en la parte interior de las manos. La fragilidad de mi cuerpo reacciona dejando escapar un fluido rojizo por entre las heridas. Lo dejo huir, con la tonta esperanza de que salga de este recinto a través de la tierra y no vuelva jamás. Desgraciadamente, en el momento en que toca el suelo se desvanece haciendo un sonido como el aleteo de un ave pequeña, sin dejar rastro de que hubiera existido alguna vez.
Una respiración diferente a la mía es lo que me hace reaccionar, sosteniendo al aire dentro de mis pulmones aguzo el oído para localizarle. Es débil, tal vez un recíen nacido, quizás un bicho, la posibilidad de que otro ser viviente yazca en el mismo sitio que yo casi me provoca un infarto. De la nada, la sombra alargada de lo que parece un ser humano se estira por entre las paredes haciendolas callar al instante. Con uno de sus dedos alargados toca mis brazos, y, aunque sé que se trata de un efecto de la luz, de que no hay ningún cuerpo cerca, la piel se me eriza y humedece como si una lengua la estuviera recorriendo trazando pequeños circulos sobre ella.
A pocos minutos de morir, una sensación de placer me inunda desde dentro, algo así como un orgasmo invertido me recorre por completo. Antes de que mis latidos se detuvieran logré verle la boca a la cosa, una especie de circulo rojizo donde descansaba algo parecido a un gusano negro que se removía gustosamente en una sustancia verdosa. Jamás observé su rostro, pero tengo la sensación de que era igual al mío...Igual al de mi vecino, igual al vuestro.
Al final, no recordé como había llegado ahí, tampoco de quien eran las voces que desprendieron las paredes ni mucho menos mi nombre. Mis ojos se apagaron albergando únicamente oscuridad en sus corneas, mi gusto pereció con un regusto salado escondido en sus papilas, mi piel fue arrancada a tirones impidiendome sentir algo más que un dolor sordo y el último aroma que percibí fue el que desprendieron mis visceras al reventar.
Pero el oído, el oído siguió vivo mucho después que yo. Escuchando como la balada de la guitarra era acompasada por los sonidos de succión, de chupeteo de la cosa. Y mucho más débil, casi impercertible, el llanto de ese ser que por fin había despertado...

..Y joder, cómo se encontraba hambriento.