domingo, 26 de julio de 2015


30 agosto 2011 - 26 de julio 2015 (O de como soy una flor pantanosa.)



Ábrete de piernas mujer, que otra pose sería absurda.

Muéstrame el coño, baila un poco, déjate querer.

Y cuando te hartes de mi, márchate por donde te veniste.

Lárgate a cortar violetas, yo me quedo en mi pantano.

Te me vas a salir...Os lo juro.

Aunque tenga que amputarme mi roído corazón.




jueves, 23 de julio de 2015


Bultoscochinos


Lo femenino me asfixia. Oprime sus senos sobre mi espalda. Luego lleva mi mano derecha a su sexo y me dice en un susurro:
-"Explora."

El darme cuenta de mi propio estado de castración me marea. El saberme ella. Un montón de agujeros a llenar: coño, ano, boca, corazón.
Exploro.

Abejas sin aguijón observan mi acto. Ellas saben. Entre sus desvaríos moribundos saben lo que es la falta.La ausencia. El casi ser.
Casi.

Lo femenino se adhiere. En mi espalda se me enraízan sus pezones, brotan contracturas en cada uno de mis hombros.
El acuchillarme solo crearía más agujeros.

¿Cómo se puede descastrar lo ya castrado?



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Hoy, un psicólogo de Chile se suicidó. Ahorcamiento.

Mamá: En el baño lo encontraron, con la cuerda que se lo llevó
Hija: ¿Y para qué querría llevárselo la cuerda?

Exacto.
La cuerda es la víctima. Forzada a salir de su naturaleza y volverse asesina.
La cuerda es la única sobreviviente.




martes, 21 de julio de 2015


You say goodbye when I say hello




Las letras se colapsan en mi mente, convulsionan. Yo las miro retorcerse, quieta, sumamente quieta.
Ya que si me muevo, siento que romperé todo en mil pedazos. 
Miro el techo, amarillo. 

Odio esto.

Lo que estoy a punto de hacer.
El silencio posterior.
La nostalgia.
Ese vacío que no se llenará.

Cierro la boca.
Cierro mi cuerpo.

La distancia entre una mente y otra es abismal, casi terrorífica, como una rata a la que se le decapita con unas tijeras. 

Soy un río perdido, embrujado. 

Quiéreme.




sábado, 4 de julio de 2015


¿Hombre o mujer?



Desde que recuerdo, he estado rodeada de guillotinas. Un paso en falso y estoy liquidada.



La guillotina y yo somos iguales. Yo era ella y ella era yo. Aunque cierre los ojos, sigo escuchando los crujidos, el siseo de la cuchilla lamiendo el aire. Ese ruido. Otra vez. La cuchilla me corta. Hinca su único diente, y cuando lo hace parece tan feliz. Pero su alegría es infecciosa, una trampa. 

Sin aviso, me convertí en la guillotina. Estaba convencida de ser ella. E incluso empecé a disfrutar el desgarre. El ruido. Yo ya no era humano. Me habían devorado y vomitado después. Sin útero, la sexualidad se pierde bajo mi cuchilla, el control de saberme fría al tacto, asexuada y libre. Mi cuerpo es sólo un contenedor.

Allá no es la realidad, sino estas palabras. Verbos sin extremidades que se amontonan uno sobre otro en pilas desordenadas. Vertedero de significantes decapitados. Ya no se pueden unir.