miércoles, 9 de enero de 2013


Lo último que muere, es la lengua.


Están hablando entre sí, puedo oirlos por entre las grietas de esta puerta cerrada. Callan y vuelven a empezar a intervalos sin sentido, hasta parece que sus silencios son parte de la comunicación, un mensaje encadenado a un lenguaje que no comprendo, ni comprenderé. Charlan, y yo aquí, tras la puerta.

¿Desde cuándo he comenzado a imaginare dentro del diálogo?, de repente me escucho soltar una oración tras otra en cadenas insonoras hacia esos individuos del exterior. Termino sus frases e inicio temas invisibles, del otro lado del umbral las voces no se percatan de la lenta muerte de la mía; casi puedo verlas enredarse entre sí como lenguas húmedas al mismo tiempo que mi voz se estrella en el portón.

Sigo hablando en un intento infantil por acabarme mi sonido de una vez, agotar esa necesidad de abrir los dientes y soltarme un ensayo de charla hacia paredes sordas y abúlicas. Derramo palabras llenas de insultos para después colmarlas de afecto o embadurnarlas de sordidez; de esa manera, tal vez,cuando menos lo espere, de mi garganta no brotara nada, ni silencio.

Afuera, el coloquio continua como antes sino es que más eufórico. Poco a poco, el cansancio me obliga a cerrar los ojos, las manos, las piernas, el corazón...

...Mi boca se mantiene abierta, pronunciando.




viernes, 4 de enero de 2013


Mutismo Selectivo



Esta era una mujer que dió a luz a un par de gansos blancos; pequeños y rígidos picos rasgaron su vientre desfigurándole el estómago. Con sus senos intactos les amamantó cariñosamente pero la violencia de su hambre animal provocó nuevas heridas donde proliferó la infección. El tiempo pasó y los gansos crecieron mientras la madre envejeció; cicatrices maternales palpitaban en noches de luna de llena al ritmo de un fluctuante corazón. Alguien, escuchando aquella decreciente melodía, denunció la inminente muerte a una institucíón de salud. Hombres de bata se llevarón a sus crías hacia una laguna cerca de Nayarit mientras que al despojo de lo que fue y ahora es la mujer, a un centro de rehabilitación en Nuevo Laredo.

Los calendarios se gastaron y la noticia de la madre a la que le habían arrebatado sus dos hijos deformes se esparció cual polvora entre los vecinos, quiénes, inconformes, consideraban tal acción como un atentado a los valores familiares, un pecado oscuro al cual era necesario sacarle a la luz y matarle a palazos. Por ello, un día tomaron sus armas y a la fuerza secuestraron a la madre convaleciente para llevarle a ver a sus vástagos. Les dejaron a los tres en Nayarit, " A vivir felices por siempre" les dijeron dándoles la espalda.

Seis noches después se encontró a la madre asesinada en la carretara 156, desgarrada su piel y desnudas sus entrañas; plumas blancas adornaban sus cuencas vacías, dedos dislocados y manchadas enaguas.

...Nadie dijo ya nada.