martes, 6 de octubre de 2009


El despertar de los inquietos



Mi mente es mi prisión.....

.....No me dejará ir.

El acorde la guitarra desgarra el silencio e invade mis tímpanos como si de un grito se tratase, casi al mismo tiempo un gato a la distancia comienza a maullar para dar a conocer su ubicación, a la espera de que algún animal, al igual que él, añore echar un polvo antes de que amanezca y el encanto se evapore. Por unos momentos me imagino que el felino se encuentra a mi lado mirandome fijamente mientras por entre sus dientes asoma de vez en cuando una lengua rosada y regordeta repleta de saliva. Con movimientos sutiles levanta las patas traseras descubriendo su parte posterior, ofreciéndomela al compás de sus maullidos, los cuales aumentan de intensidad conforme me acerco a ella. No llego a rozarla, desaparece antes de que mis manos siquiera le alcanzen.

-El papel de tonto es vuestro -Me murmura la pared de la derecha con esa voz pegajosa que le caracteriza

-¿El papel? De una vez el jodido rollo -Contesta el muro de la izquierda haciendo que la habitación entera rompa en carcajadas.

-No les escuches, tu puedes coger a quien quieras, sea imaginario, real o en este caso un animal inventado -Interviene una tercera voz proveniente del suelo, cuyo comentario provoca el efecto contrario al que deseaba.

No presto mucha atención, me dedico a apretar los puños con todas las fuerzas posibles, hasta que mis uñas terminan encajandose en la parte interior de las manos. La fragilidad de mi cuerpo reacciona dejando escapar un fluido rojizo por entre las heridas. Lo dejo huir, con la tonta esperanza de que salga de este recinto a través de la tierra y no vuelva jamás. Desgraciadamente, en el momento en que toca el suelo se desvanece haciendo un sonido como el aleteo de un ave pequeña, sin dejar rastro de que hubiera existido alguna vez.
Una respiración diferente a la mía es lo que me hace reaccionar, sosteniendo al aire dentro de mis pulmones aguzo el oído para localizarle. Es débil, tal vez un recíen nacido, quizás un bicho, la posibilidad de que otro ser viviente yazca en el mismo sitio que yo casi me provoca un infarto. De la nada, la sombra alargada de lo que parece un ser humano se estira por entre las paredes haciendolas callar al instante. Con uno de sus dedos alargados toca mis brazos, y, aunque sé que se trata de un efecto de la luz, de que no hay ningún cuerpo cerca, la piel se me eriza y humedece como si una lengua la estuviera recorriendo trazando pequeños circulos sobre ella.
A pocos minutos de morir, una sensación de placer me inunda desde dentro, algo así como un orgasmo invertido me recorre por completo. Antes de que mis latidos se detuvieran logré verle la boca a la cosa, una especie de circulo rojizo donde descansaba algo parecido a un gusano negro que se removía gustosamente en una sustancia verdosa. Jamás observé su rostro, pero tengo la sensación de que era igual al mío...Igual al de mi vecino, igual al vuestro.
Al final, no recordé como había llegado ahí, tampoco de quien eran las voces que desprendieron las paredes ni mucho menos mi nombre. Mis ojos se apagaron albergando únicamente oscuridad en sus corneas, mi gusto pereció con un regusto salado escondido en sus papilas, mi piel fue arrancada a tirones impidiendome sentir algo más que un dolor sordo y el último aroma que percibí fue el que desprendieron mis visceras al reventar.
Pero el oído, el oído siguió vivo mucho después que yo. Escuchando como la balada de la guitarra era acompasada por los sonidos de succión, de chupeteo de la cosa. Y mucho más débil, casi impercertible, el llanto de ese ser que por fin había despertado...

..Y joder, cómo se encontraba hambriento.

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