viernes, 20 de febrero de 2009


Doble Delirio



Frase:

Lo que está roto, roto está


Leyendo: Psicología y Psicopatología de la vida amorosa

Lo primero que escuchas son los pasos, los percibes mucho antes de verle aproximarse por el pasillo repleto de camas. Te enderezas un poco y miras por el ventanal corroborando que la noche sigue su curso, que los demonios aún permanecen ahi afuera, tienes la certeza de que si sigues observando por mas tiempo los cristales, una mano de proporciones descomunales se asomará por uno de los vértices, arañando, invitando a un lugar donde el dolor no será más que una masa gelatinosa. Te concentras en los pasos nuevamente mientras observas a la figura menuda que acaba de aparecer a tu lado. Su bata blanca esta repleta de manchones de tierra, pareciera que sus ojos acabaran de abandonar su cuerpo, reemplazandolos por garabatos, sus fosas nasales se han abierto en un tamaño que no creías posible. Sabes que algo anda mal, pero esperas a que ella hable primero e intentas calmar tu corazon que comienza a dar muestras de vida por primera vez en nueve años.

Te dice que hay algo afuera, que lo ha visto, un hombre que porta un hacha. Obviamente no le crees, la mandas de nuevo a dormir asegurandole que mañana todo será mejor, sabes que no es así, pero la experiencia te ha demostrado que hay que ser amable con los nuevos, especialmente los pequeños como ella, ya que apenas se están habituando a la vida en un orfanato. Aún poseen esperanzas y sueños.

Sin embargo continua insistiendo, jala tus ropas con una fuerza que no parece provenir de ella. Te intenta explicar que ha tenido mucho miedo, que ese hombre se encuentra afuera. Una vez más intentas convencerla de que no es así, pero a la mitad de tu discurso eres interrumpido por un ruido proveniente de la ventana. No te volteas, pero la niña si lo ha hecho. Lo sabes, por que su rostro ha cambiado, se ha congelado. Alza lentamente su mano derecha apuntando atrás de ti. Hace todo lo posible por articular palabras pero sus labios tiemblan de una manera tan violenta que es casi imposible entenderle. El ruido se repite y esta vez se acompaña de una especie de gruñido.

Sin pensarlo la tomas de la mano y sales corriendo de ahí, piensas en advertirles a los demás pero el miedo te lo impide. Las lágrimas comienzan a correr en huelga por tus acciones, no les prestas atención. La pequeña obedece y se deja guiar, pero parece que ha comenzado a orar, o eso crees, puesto que no cesa de susurrar palabras extrañas.

Los ruidos se han incrementado, las sombras se han dado cuenta de una presencia ajena asi que han tomado formas obsenas y aterradoras. Pero detrás de todo esto hay otra cosa. Te detienes en seco y aguzas el oido. Más allá de los sonidos habituales se escucha un rechinido, como de alguien pasando algo afilado por las paredes. Tu mente dibuja en todos los idiomas la palabra "hacha" y tu mecanismo se detiene. Cierras los ojos. Y esperas, sea por algun milagro de esos que salen en los cuentos de hadas o que el día llegue por fin. Sabes que ninguna de las dos va a ocurrir.

La chica te ha soltado, te das cuenta muy tarde. Miras a tu alrededor en su busca sin resultados. Pero la escuchas, el rastro de sus susurros te llevan al almacén. Pasas el umbral y de tus pies proviene una fuerte descarga de dolor, observas que te has cortado con los vidrios de lo que probablemente son los restos de una lampara rota. Hasta el fondo la distingues. Su cuerpo esta hecho un ovillo. Sigue repitiendo lo mismo. Y mientras tu oido procesa la información la puerta se cierra detrás de ti.

La niña se pone de pie nuevamente, quizás se ha dado cuenta de que algo ha entrado en su escondite. Te mira, al instante en que lo hace comienza a gritar y a separarse de ti. Le hablas, le dices quien eres, que deben huir. Parece no oirte, sigue gritandote que te marches y que no le hagas daño. No entiendes nada. Así que te adelantas y la sostienes con fuerza para darle a entender que estás de su lado. No alcanzas a terminar la primera oración cuando un dolor que sobrepasa a todos los demás te atenaza el vientre.

La sueltas y miras hacia abajo solo para descubrir que tu bata ha cambiado de color, a una tonalidad más humeda. Un líquido rojo sale de algun lado de tu cuerpo. Por un momento piensas en la vida que has tenido hasta este momento, en los sueños infantiles que se han añejado en tu memoria. Te arrodillas mientras miras a la chica en busca de una explicación. Ella acerca sus labios a tu oido y, justo como lo haría un amante, te susurra una oración que te deja helado.

"Te he matado por fin, hombre del hacha"

Algo en ese momento se rompe, muere lentamente y se marchita en el suelo. Te pones de pie como puedes, sosteniendo fuertemente tu vientre. Tomas uno de los fragmentos de la lampara que han quedado en el suelo y con movimientos rápidos se lo incrustas en una de sus pupilas. Sientes un ligero reomrdimiento al verle gritar, pero sabes que ese es solo un disfraz, en verdad no es ella. Es el hombre del hacha.

Es el hombre del hacha....

El amanecer llega, dejando atrás los restos de una noche podrida. Los jovénes del orfanato se levantan lentamente y comienzan a realizar sus labores. Nadie nota que dos camas se encuentran vacías, al menos no de momento. Quizás pasado medio día a alguien se le ocurra ir al almacén y entonces, nazca una nueva leyenda.

La leyenda del hombre del hacha.

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Voy tarde a la escuela xD

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