El Pez por la boca Muere

Frase: El esforzarse no es complicado, el aprender a rendirse es lo dificil.
Leyendo: Mil Grullas, (Yasunari Kawabata)

Despiertas. Quizás por una pesadilla que ahora se ha perdido entre los colmillos del demonio que habita debajo de la cama. O tal vez sea culpa del pitido que no cesa de colarse por entre las bocinas que se encuentran en la habitación, abiertas como heridas de las que brotan ondas sonoras que destrozan tus timpanos. No importa, ya estás de pie.

Al observar la habitación te das cuenta que se encuentra pintada en su totalidad de amarillo. La decoración se compone por cuatro camas donde yacen otros seres que por más que lo intentas no logras distinguir y una coladera en el centro. El verla te provoca un escalofrío, una sensación de que eso no debería estar ahí. No tienes tiempo de pensar que ocurre ni tu localización específica pues en esos momentos ingresa al lugar una mujer. Una fémina vestida completamente de blanco con un chaleco de lo que en sus mejores tiempos era azul y ahora es una especie de gris. A pesar de que no es bonita y de su extraordinario exceso de peso le encuentras sumamente atractiva, tu cuerpo reacciona acercandose al de ella, quien sonríe para después amarrarte las manos mientras con voz dominante te grita órdenes que no puedes entender, así que le sonríes de regreso. En algún lugar entre tu mente, pulmones, garganta y boca han asesinado a las palabras, reemplazandolas por gemidos gorgojeantes a los que ella responde con muecas de asco. Tu rostro intenta alcanzarla pero lo retira bruscamente con una de sus gruesas palmas restandole importancia a tus esfuerzos. Te saca de ahí.

Los gritos te acompañan a cada paso que das, has ingresado a una especie de espacio con forma de pentagono, donde en los lados hay un cuarto exactamente igual al que saliste. Los cristales te permiten ver a "cosas", que no tienes noción pero son personas como tu mismo. Desnudas del torso para abajo bailan sobre las camas. La puerta entreabierta de las regaderas te permite ver como otra mujer golpea con la manguera a un hombre calvo, a pèsar de lucir una espalda roja llena de pus éste sigue mostrando una gran sonrisa de la que cuelga un liquido blancuzco. Cierras los ojos, esperando tontamente al abrirlos encontrarte en otro sitio, el que sea. Se cumple, ahora estás en un cuarto pequeño, donde un angel con cubrebocas te espera al lado de un objeto que despide olor a carne chamuscada. La enfermera obesa le guiña un ojo al doctor y esté te hace tomar asiento en una silla que emite ruidos extraños.

"Todo estará bien, relajese" Lo que menciona no tiene sentido para ti pero su mirada te hace saber que no te le puedes resistir. Hay algo en tu cabeza, una especie de corona que usan los reyes de algún lejano país, solo que atados a esta hay muchos cables de distintos colores. Antes de sentir el primer pinchazo miras a la mujer en una especie de suplica, ella se limita a relamer lentamente lsus labios reflejando un hambre imperiosa, necesitada y maniaca. Al segundo pinchazo comienzas a ver todo en una tonalidad roja, navideña. Al quinto pinchazo el doctor ahora es un cuervo que bate las alas sobre ti intentando sacarte los ojos.

Al décimo pinchazo vislumbras el rostro putrefacto de tu madre pidiendote perdón....
Al quinceavo pinchazo un aroma agridulce entra por tus fosas nasales, abriendote el apetito...
Al venteavo pinchazo escuchas las risas de alguien a lo lejos, esperas que se trate de la tuya...
Al ventiun pinchazo solo oscuridad.

Oscuridad y nada más.

Despiertas. Quizás por una pesadilla que ahora se ha perdido entre los colmillos del demonio que habita debajo de la cama. O tal vez sea culpa del pitido que no cesa de colarse por entre las bocinas que se encuentran en la habitación...

No importa, ya estás de pie.