miércoles, 12 de septiembre de 2012


601


Puedes sentirle lléndose al carajo; parecido a cuando te está dando un calambre y sabes que no podrás evitarlo, que será doloroso y te dejará la pierna jodida por horas. Si, algo como un pasado derretido comicamente, similar a un helado en la calle: asqueroso y al mismo tiempo lo suficientemente tentador como para que te preguntes "¿de qué sabor será?"

Poco a poco te va importando menos, observas con los ojos cerrados y ya está. Mejor atiborrarse de "hubieras", como donas de hace tres días; llenarse la boca con ellos hasta que el aire no pueda pasar, para luego tragárselo de tajo, sólo para ver que putas se siente el borde, de que color es y a que huele.

De todas formas, ¿qué importaría?, uno puede comprarse cualquier cosa en la tienda de la esquina, desde sentimientos reciclados hasta almas de segunda mano. Se siente como cuando te tratan de vender chicle masticado a precio de usado, y uno lo compra sólo por probar la saliva del vendedor. Patetico.

Y si el rechazo vuelve más humano, mejor quedarnos como estamos. Si de algo me he dado cuenta es que por más que uno intente bobaliconamente de tratar de hacer como que nada pasa, el otro sigue sin estar y esa...esa es la verdad.

Me rindo.
"Nunca jamás" -Graznaba el cuervo, en el poema de Poe.
"Nunca más" -Digo yo.
A ti te da igual...

El mundo sigue girando. Maldita gravedad.

2 comentarios:

Blogger Kouji ha dicho...

Ko-ko-ro ¿Qué pasaba por tu mente cuando escribiste eso?

18 de septiembre de 2012, 0:48  
Blogger Kokoro ha dicho...

Si quieres la verdad...
Pensaba en el hecho de que, a veces, al otro le importa un pepino si ve a uno o no.
En lo irreparable.

Pero heme aquí. Recordando por dos.

Gracias por leerme y acompañarme.

18 de septiembre de 2012, 18:28  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio