martes, 19 de junio de 2012


Catherine


Es por ciclos; no hormonales u ováricos, sino casi espirituales.
Te vas ennegreciendo, piedra caliza que se diluye desde el centro de tus ojos. Ciega, te guías con esas manos ya púrpuras, a rascarme la piel de los hombros hasta hacerle brotar lágrimas rojas.

Tropiezo con el vientre que te has olvidado bajo la cama, cúmulo de asociaciones sexuales que no logran ver luz. Te has transformado: araña regordeta que rezuma palabras de reproche; cada extremididad un aguijón que remeda lo que fue tu lenguaje.

Vuelves a ti, sin aviso, sin lujuria, sin palabra.
Finges asombro. Yo pretendo tragarme el treato.

Hasta la siguiente vuelta...

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