sábado, 31 de marzo de 2012


Eva




Se llama Eva. Nuevo espejismo encarnado en mi desierto. Duerme, junto a las otras, todas alineadas como botellas de champaña. Yo, desorbitado catador, pruebo de una por una las almas inexistentes hasta embriagar al músculo que late.

Eva y ya. Sin apellido amargo que reduzca el sabor a maple que se le desprende del vientre. Su irrealidad me aguijonea tenebrosa, viuda, inconsolable; sus jugos no son otra cosa que insecticida disfrazado de memorias, de abrir y cerrar de muslos.

Eva: goce manual ilusorio, camarera virginalmente abierta, aguardando por el embiste del miembro que no poseo y sin embargo, pulsa.

Le contemplé vorazmente, al filo de su abismo, grabando en detalle cada gesto, diente, poro y dedo. Así nació Eva, así murió Eva; incestuoso amor inconsumable y aún así, compulsivo.

Eva, mil veces Eva.

Eva eres tú. Siempre tú.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio