domingo, 22 de enero de 2012


La "cordura" es un grotesco animal


-No dispares -Me dice ella temblando, con los ojos enormes; ahogados en su propias lágrimas.



Lo primero que hago es mirar mis manos desnudas, luego la miro a ella, extiendo mis manos y se las muestro, el rostro de la chica adquiere un rictus de terror volviéndole más íncomoda a la vista, miro mis manos de nuevo, la miro de nuevo a ella.


-Por favor... -Balbucea -Por favor, por favor, porfavorporfavorporfavor.


Sólo para ver que pasa, hago la pantomima de una pistola con mi mano derecha dejando extendidos el dedo índice y pulgar. Ella sigue asustada, se mantiene acurrucada en uno de los rincones de su cuarto acolchonado; la bata blanca que me cubre no parece tranquilizarle como sucede con otros pacientes.


-¿Qué hace, doctor? -Susurra una enfermera a mis espaldas.

No le contesto, sigo con mi mano-pistola apuntando a la cabeza a la otra mujer. Su cabello revuelto emana un fuerte olor que me hace pensar en el amizcle. La enfermera comienza su letanía sobre la paciente, historia clínica y avances. Palabras como "Violación, Esquizofrenia, Delirios" entran y salen por mis oídos sin ser almacenadas.


-¿Que pasaría...? -No culmino la pregunta, en un rápido movimiento levanto mi mano semejando un disparo. Al principio todo se queda igual: la mujer aterrorizada escupiendo -por favor- de cada poro, la enfermera hablando en tono estúpido y yo, aún más estúpido, finjiendo traer un arma en los dedos.


Después, percibo como un pequeño pero notorio flujo de sangre se abre paso por entre el cráneo de la paciente, después, una especie de sonido como de palomitas explotando invade la habitación. La mujer cae de lado con el cerebro expuesto y el por favor número ochenta y siete atorado en la garganta.


Miro mis manos desnudas sin poder creérmelo por completo. La enfermera está a punto de gritar, lo sé, por ello es que me vuelvo hacia ella lo más veloz que puedo y tomándola fuertemente del brazo, la empujo dentro del cuarto.


-¿Qué le ha hecho? -Atina a decirme antes de ser invadida por un ataque de sollozos.


No lo sé, así que no le respondo. En un último intento por convencerme de que no he sido yo -de que no pude haber sido- de nuevo hago la finta con mi mano, con la diferencia de que en esta ocasión apunto a la cara de la enfermera.


-¡No...! -Me grita sin terminar la oración, su cara explota delante de mí como si de un fuego artificial se tratase.


Me descubro riendo a carcajadas; sin dejar de reir reclino mi cabeza hacia atrás y coloco entre mis labios el dedo índice. Solo para ver que pasa...


...No pasa nada.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio