...Más numeroso que las arenas del mar.
Las palabras rebotan; se estrellan en algo que no se que es. Regresan a mí, cual boomerangs redondos, y yo, jugador inexperto, no logro alcanzarlas al vuelo sino que permito que abollen mi carne, en espera de que eso cause hendidura suficiente que revele mi interior. De esa forma la sangre, vómito, vísceras e intestinos se comunicarían en mi lugar. Y asi, por fin, abandonaría la charada idiomática pudiendo de una vez por todas hacerte entender que...
¿Qué..?
¿Qué era...?
¿Qué..?
¿Qué era...?
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