sábado, 3 de diciembre de 2011


You just can't kill the beast




Abre las piernas sin levantarse la falda, esperando a por mi rostro.

Obediente, me arrodillo de lleno, rompiéndome las rodillas.

Miro, sin realmente ver, todo ese hueco que se abre y cierra, como boca sin lengua...

Con la vaga esperanza de una comunicación, le he terminado obsequiando la mía.
Al principio no dice nada, pero, después, ya nada puede callar a la cavidad parlante.
La ausencia de dientes es notoria, las palabras brotan deformes, húmedas; semejan fetos abortados.

Recibo sus intentos, se estrellan en mi rostro quedándose como pegatinas infantiles.
Y así, con la cara apestando a mar o a cuentos marítimos...
Perezco para siempre sin derecho a renacer.

En cuanto a ella, pues, ella...
Ella no soy yo.

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