jueves, 15 de septiembre de 2011


Escritura Creativa 3


La mujer de la gabardina subía escaleras huyendo del demonio que danzaba en pos de ella. Los únicos sonidos que repercudían al silencio era ese taconeo constante y la carcajada infantil del ser rojo; rebotaban en las paredes para segundos después unirse melodiosamente cual enamorados primerizos. Ella, quien perdía el aliento conforme alcanzaba altura, se obligaba a avanzar apoyándose de la barandilla. Su mente no podía concentrarse en otra cosa que no fuese el desplazamiento de sus zapatillas. El tiempo, jugador tramposo, deshaciéndose de las manecillas, se adelantaba o atrasaba caprichosamente; testigo mudo e intrascendente, luchaba por darse a conocer, por convertirse en peso, en bulto adherido a la espalda, en latido.

El demonio divertido, se tomaba espacio para devorar pequeñas alimañas y lengüetear el espacio entre sus dedos. La sensualidad de la caza le recorría las venas impeliéndole a seguirla. No por deber ni aburrimiento, sino por el deseo que le carcomía desde dentro; adicción de por más atrayante y conocida. La evocación de antiguas víctimas era función inútil...sobrevalorada, él siempre se había considerado un Don Juan, donde cada fémina es la primera, la única, la recibidora de su embustera virginidad y desequilibrado afecto. Le amaba, si, y por eso mismo debía ser destruida. Cómo todas las demás.

Ella corría, ora resignadamente ora con desenfreno. El calzado, muerto ya, emite uno que otro quejido post mortem. La humedad que le recorre le transmite frescor y a la vez le paraliza. Corre, ya no por su vida, sino por inercia absurda; el rendirse ya ha quejado atrás, específicamente en el escalón 456.

Observa la puerta y no se lo cree. Las piernas sin responder le empujan contra ella causándole un vago dolor que no le apetece clasificar. Temblorosamente sostiene el picaporte temiendo que no vaya a ceder, pero lo hace, le responde como lo haría un cachorrito y se abre ante ella; una habitación, la suya, le recibe con calma. Por fin... Por fin...POR FIN....se permite suspirar, no mucho, lo suficiente cómo para darle cabida al alivio.


Al cuarto suspiro la respiración se vuelve a detener. El demonio´está allí, en su lecho, mostrándole los colmillos, su proxima morada.

"¿Dónde estabas?" Dijo él bostezando.

Silencio

"Ven, debes estar cansada, acurrúcate a mi lado" La mano se desliza en la sábana -sú sábana- "Finjamos cotidianidad"

"No" Dice ella

"¿No? ¿Y qué es exactamente lo que rechazas? Piénsalo...¿Es a mí? ¿Es a tí misma?"

Otro silencio, diferente

"Permitéte volver..."

La mujer le da la espalda, abandona la habitación para regresar a la cima de la escalera. Sin ceremonia sostiene con fuerza el barandal para darse impulso y saltar al vacío.


El demonio le observa sin detenerle, sus colmillos vuelven a esconderse tras el telón de sus labios. Taciturno echa la cabeza hacia atrás para segundos después echarse e reír hasta que su vientre pareciera que se va a partir en dos, no se detiene ni al bajar los escalones. Cuando regresa de nuevo al inicio vuelve a guardar silencio.

"Tal vez..."

El pensamiento se detiene en seco, otra mujer ingresa al recibidor; al mirarlo sus ojos se agrandan y ahogando un grito comienza a subir los peldaños apresuradamente. El demonio, percatándose, danza en pos de ella.

1 comentarios:

Blogger ElenaMoyaBayón ha dicho...

me encanta tu espacio ^^
sludos!!!

17 de septiembre de 2011, 7:51  

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