miércoles, 5 de enero de 2011


Diablo por conocido



Detesto los inicios, no por que representen la parcela en blanco, dispuesta ante uno para ser mancillada... sino por el hecho de que la mayor parte de las veces los que ya han sido tocados por algo o alguien somos nosotros mismos. Así que puede haber un tiempo o sitio completamente virgen, pero nosotros ya hemos sido violados, no una sino un millar de veces.

En el caso de escribir es lo mismo. No somos los agresores, sino los agredidos en espera del desahogo simbólico, sublimado por aquello que sabemos pero que tememos descubrir. Podemos escribir sobre vampiros, monstruos o lamparas poseídas por el espíritu de pie grande, pero al final todas esas figuras no son más que versiones de nosotros portando barbas falsas. Alguien tarde o temprano va a descubrir nuestras mentiras. Alguien va a observar nuestro rostro de frente sin hastiarse.

Y entonces...
Entonces ¿que?...


Pues que seremos jodidamente felices, al menos hasta que el otro nos muestre su verdadero ser y corramos como niñas. Lejos, muy lejos, hacia el regazo de los adefesios a los que dimos a luz; nos acurruquemos en sus brazos deformes y caigamos en un sueño profundo y jamás despertemos y volvamos a empezar y....y.....y....


Y nada.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio