Zumbido
Estado: No puedo pensar. Me duele la cabeza
Frase: Las palabras no ayudan, arruinan el momento y el mensaje no llega.
Leyendo: Tokio Blues
Leyendo: Tokio Blues
Al momento en que me levanto por las mañanas, esos primeros cinco o diez segundos saben a gloria. No sé quien diablos soy ni de que puñetas se tratan mis ambiciones. Olvido a mis amigos, mis sentimientos, mis errores, malentendidos y miedos hacia el futuro.
Durante ese instante ya no existe la culpa ni un pasado que me atormente. Lo único real es el contacto que tiene mi craneo con la almohada y ese ligero mareo que baila dentro de mi.
Ese momento es la verdadera libertad, las cadenas se aflojan confundidas por haber viajado al mundo Inconsiente y haber observado a mis demonios. Mi otro lado.
No hay nada. Ni alegría. Ni tristeza. Ni siquiera una emoción relacionada con el amor. Me convierto en un mero envase con el único deseo de permanecer en el mismo sitio.
Pero entonces, como si hubieran estado esperandome, todo aquello que tanto desprecio vuelve a mi interior de un solo zarpazo, envolviendome en un abrazo melancólico que me lastima en una forma que no puedo describir. Poco a poco las ataduras de nuevo se aprietan contra mis muñecas, piernas y cuello.
El zumbido comienza en mi mente una vez más. Las voces se despiertan, me dan los buenos días y comienzan su faena de causarme desasociego. Mi corazón vuelve a intentar latir a pesar de que ya esta roto, recordandome que sigue ahí a cada latido enfermo que siento en mi pecho.
El muerto en vida esta de nuevo listo para seguir andando...
La fiesta no ha terminado.
Aún falta demasiado por sufrir, por lastimar, por odiar, por llorar. Y no me dejarán descansar hasta que me encuentre tan demente que llegue a creer que eso es lo que deseo. Mi autodestrucción.
¿Y por que no?
...Esos segundos se han convertido en lo único que me mantiene con vida.
Durante ese instante ya no existe la culpa ni un pasado que me atormente. Lo único real es el contacto que tiene mi craneo con la almohada y ese ligero mareo que baila dentro de mi.
Ese momento es la verdadera libertad, las cadenas se aflojan confundidas por haber viajado al mundo Inconsiente y haber observado a mis demonios. Mi otro lado.
No hay nada. Ni alegría. Ni tristeza. Ni siquiera una emoción relacionada con el amor. Me convierto en un mero envase con el único deseo de permanecer en el mismo sitio.
Pero entonces, como si hubieran estado esperandome, todo aquello que tanto desprecio vuelve a mi interior de un solo zarpazo, envolviendome en un abrazo melancólico que me lastima en una forma que no puedo describir. Poco a poco las ataduras de nuevo se aprietan contra mis muñecas, piernas y cuello.
El zumbido comienza en mi mente una vez más. Las voces se despiertan, me dan los buenos días y comienzan su faena de causarme desasociego. Mi corazón vuelve a intentar latir a pesar de que ya esta roto, recordandome que sigue ahí a cada latido enfermo que siento en mi pecho.
El muerto en vida esta de nuevo listo para seguir andando...
La fiesta no ha terminado.
Aún falta demasiado por sufrir, por lastimar, por odiar, por llorar. Y no me dejarán descansar hasta que me encuentre tan demente que llegue a creer que eso es lo que deseo. Mi autodestrucción.
¿Y por que no?
...Esos segundos se han convertido en lo único que me mantiene con vida.
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