sábado, 23 de marzo de 2013


25



La mecha encendida recorre la acera.
A una velocidad vertiginosa sobrepasa cada abertura del asfalto, dejando tras de sí una estela completamente negra, inútil.
Uno no puede hacer otra cosa que observarla fijamente, manteniendo la atención a su deforme recorrido; no por lo eclipsante de la chispa, sino por la emoción que guarda la noción de que en algún momento, algo va a explotar.

Llevo 25 años esperando el estallido, con el cerillo aún tibio, ardiendo en mis yemas.

1 comentarios:

Blogger prox.sea ha dicho...

Una vela a la cual le queda mucho combustible aun.

5 de abril de 2013, 11:56  

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