sábado, 5 de mayo de 2012


Condicionamiento clásico de segundo orden.


Ella vomitaba dándole la espalda. Las manos apoyadas sobre el inodoro, fundiéndose en el mármol, daban la impresión de que se trataba de un solo ser. A cada arcada el vientre danzaba en espasmos lascivos, invitando al abordaje. El hombre que le espiaba, miraba con unos ojos casi en llanto, lubricados, tremendamente rigidos. Los sonidos que saltaban de los labios femeninos le cosquilleaban la entrepierna provocándole escozor, latidos que calmaba al roce de sus dedos.

La deseaba.

Ella, ajena, alumbraba vástagos líquidos, cascada multicolor que permanecía en el aire. Se debatía entre gemidos y suspiros de alivio para regresar nuevamente al aborto oral. El hombre no se movía, todo él ahora era un sólo nervio, músculo con propósito único: La posesión.

Pero cuando ella dejó de expulsar y su boca se cerró. Él descubrió que no la amaba, que nunca lo había hecho. La hizo a un lado con un gesto de asco para después hundir la cara dentro del retrete.

Tuvo una erección.

1 comentarios:

Blogger Kouji ha dicho...

Me gusta = ) Es como silent hill, pero mas enfermo.

7 de mayo de 2012, 19:59  

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