Las princesas también devoran mariposas
En un cuarto aislado, la chica cuatro ojos reía por su cuenta.
Junto a su persona, mi cuerpo se limitaba a petrificarse creyéndose tangible.
Le observé mucho rato, como quién tontamente confía enclaustrar con la mera mirada.
Ella, ajena a mi burdo intento posesivo, acariacaba una y otra vez unos muslos delgaduchos, blancos, casi muertos.
...Tu alma gemela seguía carcajéandose. Palabras de afecto brotaban de sus labios sonrientes.Tu clase de mujer no supo mi nombre; al despedirme Tu fémina ideal me dejo ir sin otro ritual que un vago alzamiento de falanges.
Lo terrible no es la probabilidad de que jamás le conozcas; sino el hecho de que yo sí lo hice.
Yo sí que lo hice.
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