jueves, 3 de junio de 2010


Carga


En esta vida no hay nada seguro. No hay nada eterno. Mi mente lo sabe pero mi corazón se resiste a creerlo. Los recuerdos se amontonan como ropa vieja, hedionda, que ya no me queda por más esfuerzos que hago. Cosas tales como el dinero, la comodidad, el amor, me suenan tan distantes, confusas. ¿Es demasiado limitante el dedicarse a hacer lo que uno le gusta sin importar el beneficio?

Es como si todo a mi alrededor se hubiese tornado a un azul pálido. Mesas azules. Árboles azules. Aves azules. Personas azules. Me pierdo entre un eterno cielo que no tiene fin. ¿Es que el camino que tienes delante no te da ni siquiera una pizca de miedo? No hay nada más triste que un gato maullando a una luna que no existe.
Redacto tonterías, memorias que no siento en abosulto, que no son mías. Pero deseo llenarte de palabras, ahogarte en ellas para que experimentes mi frustración, mi indesición, mis ganas de abrirme las venas, mis anhelos de desaparecer.
Somos prisioneros de nuestros propios deseos, y nuestros deseos no son más que alas hechas de plumas y miel, si, pero a veces es justo lo que se necesita para llegar al destino: Un bonche de plumas y miel.
No importa, nosotros seguimos siendo nosotros.
Y vamos de nuevo...
Una y otra y otra vez...

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